E. coli
La Escherichia coli es una bacteria muy común que se encuentra en el intestino de los animales, sobre todo los rumiantes, y de las personas. Existen centenares de cepas de E. coli, la mayoría inofensivas, pero también hay un grupo, denominado E. coli Enterohemorrágica, que pueden producir una potente toxina (toxinas de Shiga o verotoxinas) que daña los glóbulos rojos y los riñones. En el caso del reciente brote infeccioso detectado en Alemania y que al parecer se ha extendido por otros países europeos, se sospecha que el patógeno causante es el E. coli O104, un serogrupo poco usual, aunque en un principio se relacionó con la E. coli O157:H7, una variedad similar y mucho más frecuente.
Estas bacterias se transmiten al ser humano principalmente a través del consumo de alimentos contaminados, tales como carne picada poco cocinada (la E. coli O157:H7 fue detectada por primera vez en EE.UU. en el año 1982, asociada a una intoxicación masiva por consumo de hamburguesas); leche sin hervir, agua contaminada, o por contacto directo con animales o personas infectadas.
Síntomas
Los síntomas de la infección por E. coli Enterohemorrágica incluyen fuerte dolor abdominal, diarrea intensa y a menudo con sangre y a veces náuseas, vómitos y fiebre leve. Esta sintomatología suele aparecer tres o cuatro días después del contagio, aunque también pueden hacerlo entre uno y diez días después.
La mayoría de los pacientes se recuperan en torno a los diez días, aunque en algunos casos el enfermo desarrolla el llamado Síndrome Hemolítico Urémico (SHU), una complicación que produce anemia por la destrucción de los glóbulos rojos e insuficiencia renal súbita. El resultado puede ser un deterioro renal crónico o incluso la muerte.
Las personas con sistemas inmunes débiles, los ancianos y los niños son, por lo general, los más vulnerables, aunque en el actual brote alemán los más afectados están siendo adultos y en especial mujeres. En general, para tratar a los enfermos, no se recomienda el tratamiento con antidiarreicos ni antibióticos, que podrían empeorar la situación.
Medidas preventivas
Como medidas preventivas para evitar la infección se aconseja cocinar los alimentos a temperaturas superiores a los 70º C y en el caso de las verduras que se vayan a consumir sin cocinar, pelarlas y lavarlas a fondo con agua y lejía. La OMS recomienda también el lavado frecuente de las manos, sobre todo, antes de preparar o consumir alimentos y después de defecar. Congelar los alimentos puede no ser suficiente para matar la bacteria.
Estas bacterias se transmiten al ser humano principalmente a través del consumo de alimentos contaminados, tales como carne picada poco cocinada (la E. coli O157:H7 fue detectada por primera vez en EE.UU. en el año 1982, asociada a una intoxicación masiva por consumo de hamburguesas); leche sin hervir, agua contaminada, o por contacto directo con animales o personas infectadas.
Síntomas
Los síntomas de la infección por E. coli Enterohemorrágica incluyen fuerte dolor abdominal, diarrea intensa y a menudo con sangre y a veces náuseas, vómitos y fiebre leve. Esta sintomatología suele aparecer tres o cuatro días después del contagio, aunque también pueden hacerlo entre uno y diez días después.
La mayoría de los pacientes se recuperan en torno a los diez días, aunque en algunos casos el enfermo desarrolla el llamado Síndrome Hemolítico Urémico (SHU), una complicación que produce anemia por la destrucción de los glóbulos rojos e insuficiencia renal súbita. El resultado puede ser un deterioro renal crónico o incluso la muerte.
Las personas con sistemas inmunes débiles, los ancianos y los niños son, por lo general, los más vulnerables, aunque en el actual brote alemán los más afectados están siendo adultos y en especial mujeres. En general, para tratar a los enfermos, no se recomienda el tratamiento con antidiarreicos ni antibióticos, que podrían empeorar la situación.
Medidas preventivas
Como medidas preventivas para evitar la infección se aconseja cocinar los alimentos a temperaturas superiores a los 70º C y en el caso de las verduras que se vayan a consumir sin cocinar, pelarlas y lavarlas a fondo con agua y lejía. La OMS recomienda también el lavado frecuente de las manos, sobre todo, antes de preparar o consumir alimentos y después de defecar. Congelar los alimentos puede no ser suficiente para matar la bacteria.
0 Comentarios:
Publicar un comentario
<< Inicio