Limpiándose los oídos
Los bastoncillos de algodón para limpiarse los oídos son el mayor enemigo para la salud de los mismos ya que son los responsables de ciertas patologías auditivas, pérdidas de audición, heridas, infecciones y perforaciones. Nunca se deben utilizar esos bastoncillos para retirar la cera de los oídos porque compactan y la introducen hacia el fondo del oído externo y complican su extracción. Asimismo, se desaconseja presionar la cera hacia dentro introduciendo útiles punzantes como uñas, bolígrafos u horquillas. Con ello sólo se consigue introducir suciedad, provocar infecciones y presionar la cera hacia el interior.
El método más aconsejado son los difusores de agua marina, ya que consiguen limpiar los oídos por fuera (evitando los orificios manchados de cera) y por dentro, en la parte más profunda del oído externo (gracias al ablandamiento de los tapones y su posterior autoeliminación).
La frecuencia adecuada para llevarla a cabo es cada dos o tres días. Asimismo, es aconsejable evitar el uso continuado de auriculares y tapones aislantes de agua y ruido porque favorecen la producción de cerumen, introducen residuos y suciedad que van agrandando el tapón de cera, producen infecciones y pérdidas de audición. Y, por cierto, la generación 'mp3' acabará pasando factura para la salud auditiva, y si no, al tiempo.
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