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lunes, mayo 21, 2007

Ortorexia, la obsesión por comer sano

Nutricionistas y psicólogos alertan de un nuevo problema alimenticio denominado ortorexia o la obsesión por comer productos sanos, dado el creciente número de personas que comienzan a sufrir este trastorno.
Javier Aranceta, premio Grande Covián 2007 y profesor de Medicina Preventiva y Salud Pública de la Universidad de Navarra (España), constata que es un "fenómeno creciente" que, con el paso de los años, puede equipararse a otros problemas de salud como la anorexia, la bulimia o la obesidad, salvo que se tomen medidas preventivas para frenar su progresión, entre las que destaca la educación desde la infancia en hábitos alimenticios sanos.
Cuanto más "severa" es la obsesión y si se excluyen alimentos básicos, prosigue el experto, la ortorexia puede derivar en desnutrición, anemia, pérdida de masa ósea, carencias de vitaminas y minerales, debilidad y un alto riesgo de infecciones.
Algunos de los síntomas que pueden advertirnos de que algo no marcha bien, indica la psicóloga clínica Elena Borges, son "pasar horas en el supermercado" leyendo la composición de los alimentos e inclinarse únicamente por aquellos ecológicos, probióticos, dietéticos, integrales, sin aditivos, y con garantías de que no contienen conservantes, pesticidas ni herbicidas. Dedicar gran parte del día a decidir meticulosamente qué se va a comer, evitar actos sociales, comidas o cenas para no "caer en la tentación" de ingerir otro tipo de productos, pesar los alimentos y sentirse "enormemente culpable si uno se salta las normas" son indicios preocupantes, en opinión de la especialista. La falta de autoestima y el miedo al fracaso son otros condicionantes que acompañan a estos pacientes, apostilla, cuyo número se incrementa día a día en las consultas.
Los expertos apelan a otros factores que han desencadenado esta tendencia, tales como el denominado "culto al cuerpo" y la invasión publicitaria de productos supuestamente sanos o enriquecidos. Aranceta afirma que el ortoréxico se "atiborra" de un número determinado de productos funcionales con el objetivo de estar sano mientras que deja de consumir "el 80 por ciento de otros que son más saludables y básicos para el organismo". Los afectados, en muchos casos "hipocondríacos y excesivamente rígidos en sus comportamientos", terminan por sufrir excesos de determinadas sustancias mientras que carecen de otras fundamentales.
Cómo tratar el problema
Como consejo para estas personas, plantea un cambio escalonado de hábitos alimenticios que "seguro costará, pero es cuestión de ganas y voluntad", y "no esperar a enfermar para recurrir al cambio". "Hay que tratar este problema tomando conciencia de por qué se está centrando su vida en comer de esta forma", explica Borges, quien aboga por "fortalecer la autoestima" de estos enfermos, "valorando aquellos aspectos de su persona que no están cultivando y encajando bien sus errores y defectos". Es necesario, concluye, que reflexionen sobre las dañinas consecuencias que les pueden producir estas conductas y también "ampliar su círculo de amistades", si es posible "con personas optimistas, positivas y con un buen sentido del humor".