El botox es seguro
Ocurrió en 2004, pero The Journal of the American Medical Association (JAMA), se ha hecho eco del suceso esta semana. Una pareja de Florida (EE.UU.) decidió rejuvenecer gracias al botox. Acudieron a la consulta de un osteópata sin escrúpulos que les inyectó un preparado no autorizado para usarlo en humanos (estaba destinado a la investigación en laboratorio). El resultado: ellos y otras dos personas más acabaron hospitalizadas con botulismo, una enfermedad muy grave que suele requerir ventilación mecánica y la administración de un antídoto para evitar el fallecimiento del afectado. El incidente es aislado y no es fácil que se repita. No obstante, sirve para que tanto las autoridades como los pacientes se conciencien acerca de las consecuencias que se pueden derivar de la fiebre por las técnicas de rejuvenecimiento facial. Sin embargo, un estudio realizado con una pareja de gemelas durante 13 años, referido en la revista Archives of Facial Plastic Surgery, demuestra que, si se usa correctamente, la toxina botulínica no sólo es eficaz, sino que es completamente segura, incluso en tratamientos de larga duración.
El estudio referido en los Archives no ha hecho sino aumentar el entusiasmo de los especialistas por los procedimientos estéticos con toxina botulínica. En esta investigación, llevada a cabo con una pareja de gemelas, una recibió inyecciones de Vistabel (nombre comercial del producto) dos veces anuales, durante 13 temporadas, mientras que la otra no fue inyectada. Al cabo de este tiempo, se ha podido constatar no sólo la seguridad de los tratamientos de este tipo a largo plazo (había trabajos similares en patologías neurológicas, pero no en el área estética), si no que también se ha comprobado que esta terapia previene la aparición de arrugas de expresión y mitiga la profundidad de las que tienden a instaurarse con la edad y que son visibles incluso sin gesticular. Es más, los especialistas alaban las cualidades de la toxina botulínica más allá de la seguridad. «Ésta ha dejado de ser únicamente un perfecto tratamiento antiarrugas», afirma la doctora Cristina Villanueva, cirujano plástico del Instituto Tapia de Barcelona (España). «Conociendo bien la técnica, y con experiencia, puedes lograr modificaciones de la cara levantando la cola de la ceja, las comisuras de los labios... y conseguir un aspecto estupendo», añade. «Además, con el tiempo, los tratamientos pueden espaciarse porque el efecto va siendo más duradero; incluso cuando éste desaparece, la imagen mejora, ya que la piel no ha estado contraída durante esos meses y la arruga se ha atenuado», concluye la especialista.
En cuanto al toque de atención del informe recogido en JAMA sobre los casos de botulismo, los expertos se muestran de acuerdo con regular estrictamente estos preparados, pero hacen una llamamiento a la calma. Por un lado, es casi imposible acceder a un preparado de toxina botulínica similar al que causó la enfermedad a los pacientes estadounidenses. El producto no estaba destinado a su uso en humanos (ni con fines cosméticos ni clínicos) y se hallaba fuera del circuito comercial. «A veces, sobre todo por internet, te ofrecen éste y otros compuestos ilegales o de origen poco claro, pero no vale la pena arriesgarse», explica Cristina Villanueva. Por su parte, el doctor José Luis López Estebaranz, jefe de Dermatología de la Fundación Hospital Alcorcón de Madrid y director de la clínica Dermomedic (también ubicada en la capital española) corrobora que «es excepcional encontrarse con compuestos fraudulentos. Es jugarse el tipo y la vida, en el caso de los pacientes, y la profesión si nos referimos al galeno». Y añade: «creo que, en todo caso, es más frecuente la existencia de centros no autorizados para inyectarla que con sustancias prohibidas».
Potencial dañino
Hay que tener en cuenta que la toxina botulínica es uno de los venenos más letales para el hombre, si no el que más, conocidos hasta el momento. Es relativamente fácil de obtener y producir y basta con una pequeña cantidad para hacer enfermar o matar a miles de personas. No en vano es una de las armas bacteriológicas por excelencia. Precisamente por estos motivos, su producción, manipulación, distribución y almacenamiento están estrictamente controlados; una circunstancia que ha cobrado mayor intensidad a partir de la autorización para uso cosmético de este paralizante neuromuscular (dicho efecto es el que se aprovecha para planchar las arrugas del entrecejo, la frente, las comisuras de la boca y las patas de gallo). Sólo hay un par de laboratorios que lo fabrican en todo el mundo con este fin. Speywood manufactura Dysport y Allergan hace lo propio con Vistabel; aunque ambos productos se conocen popularmente como botox (el primer nombre comercial del producto).
Por otro lado, no todas las farmacias están autorizadas para venderlo, ni el 100% de los centros reúnen las condiciones necesarias para adquirirlo y guardarlo. Hay que tener especial cuidado de no romper la cadena del frío al transportarlo y llevar a cabo un exhaustivo control y registro de temperaturas para garantizar que la toxina (de tipo A y purificada) sea segura y eficaz. En definitiva, «no es sencillo toparse con productos ilegales, pero en cualquier caso hay que tener mucho cuidado con este tema y recurrir siempre a los fabricantes autorizados» insiste Lola Bou, miembro de la junta directiva de la Academia Española de Dermatología.
Y es que el margen de seguridad del producto es muy amplio. Concretamente, para que aparezcan síntomas de botulismo hacen falta, por lo menos, unas 1.500 unidades internacionales (lo que da idea, por otro lado, del preparado letal que inyectó el médico estadounidense, que ahora está encarcelado). A partir de esa cifra se desencadena un botulismo grave.
En el tratamiento de patologías neuromusculares (espasticidad, blefarospasmo, distonía, tics nerviosos...) se emplean entre 400 y 500 unidades y en estética se suelen inyectar entre 25 y 75; lo que queda extremadamente lejos del umbral de riesgo.
Todos los profesionales coinciden en que los peligros de la toxina botulínica que se emplea en medicina estética no comprometen la salud, ya que las dosis que se emplean son muy bajas. Normalmente, las complicaciones que pueden surgir no se deben a un error en su administración, si no más bien a la poca pericia del médico que lo aplica. De no pinchar en el lugar adecuado o a la profundidad correcta, la toxina puede diseminarse por un área mayor de lo que se desea, extendiendo su efecto paralizador a músculos que deberían permanecer activos. Así —aunque hay que aclarar que dichos síntomas son transitorios y de carácter leve—, puede presentarse la caída del párpado (ptosis palpebral), asimetrías, boca torcida, babeo, dificultad para pronunciar correctamente las palabras que contienen las letras p y b pero, fundamentalmente, caras inexpresivas. Finalmente, pueden aparecer irritaciones locales en el lugar del pinchazo, pequeños hematomas o una ligera hinchazón. Sin embargo, estos problemas se derivan del hecho de que la toxina se administra mediante pequeñas inyecciones; no por el producto en sí.
Quizá el reto de lograr un rejuvenecimiento natural es el mayor al que se enfrentan actualmente los profesionales. «No se trata de dejar a la gente planchada o con cara de muñeca; hay que avivar la mirada, alegrar el rostro, dar un buen aspecto sin que se note», explica la portavoz de la Academia Española de Dermatología, una institución que hace especial hincapié en llevar a cabo cursos de capacitación para profesionales de su ramo dado que para lograr este objetivo «hace falta conocer muy bien la musculatura de la cara, la técnica del pinchazo, las dosis...», aclara la doctora Bou. «Desde mi punto de vista, se trata de un producto realmente maravilloso para uso cosmético», relata la dermatóloga. «Es de los procedimientos que más satisfacciones nos está dando, tanto a profesionales como a pacientes», resume el director de Dermomedic.
Los matices
En cualquier caso, y a pesar de la defensa que hacen los expertos del botox, también aclaran que no es la panacea. Por un lado, las pieles demasiado fláccidas, fotoenvejecidas o descolgadas no se beneficiarán del producto. Por ese motivo, los expertos aconsejan comenzar los tratamientos en torno a los 40 años y no hacerlos sobrepasados los 65; edad a la que estarían indicados otros procedimientos. Por otro, existen contraindicaciones transitorias (embarazo, lactancia, seguir tratamiento con ciertos medicamentos...), temporales (estar tratándose de forma prolongada con anticoagulantes o antagonistas del calcio) o permanentes (sufrir algunas patologías neurológicas, inestabilidad emocional, problemas de personalidad, ser alérgico a la clara de huevo [la toxina viene en un medio hecho a base de albúmina]...).
También ocurre que los usuarios, en ocasiones, se hacen una idea irreal de lo que pueden lograr con las inyecciones. «Esto no sustituye a un lifting; ni tampoco tiene que ver con los materiales de relleno; que tienen otras indicaciones», explica López Estebaranz. El dermatólogo coincide con sus colegas en que lo idóneo es que la toxina botulínica forme parte de un abordaje integral individualizado para cada paciente concreto.
En este sentido, Lola Bou defiende que «los usuarios deben acudir al dermatólogo para que este le diseñe la estrategia a seguir. Primero le podemos mandar a la esteticista para que le haga una limpieza en profundidad de la piel, aplicarle toxina botulínica si es conveniente...; pero además le podemos aconsejar ir al cirujano plástico a quitarse las bolsas de debajo de los ojos o hacerse un lifting. De lo que se trata es de aplicar todo los recursos disponibles para lograr verse mejor», explica. Por todo ello, cabe insistir en la necesidad de que los pacientes se informen exhaustivamente antes de someterse a un procedimiento de este tipo. Básicamente, deben buscar un centro acreditado y un facultativo (cirujano plástico, dermatólogo o médico estético) con experiencia y entrenamiento.
Cirugía
Dentro de este abordaje integral no se puede obviar los procedimientos quirúrgicos, cada vez menos agresivos. Recientemente se ha celebrado en Madrid un curso de cirugía estética para médicos residentes promovido por la Sociedad Española de Cirugía Estética y Reparadora (SECPRE) centrado en el rejuvenecimiento facial a través de técnicas como el botox; pero también mediante el uso del láser y del bisturí. «Las intervenciones son cada vez más seguras y menos evidentes porque de lo que se trata es de mejorar el aspecto, no de que el mundo entero vea que te has operado», explica José Luis Martín del Yerro, director del curso. En su opinión, «no se le puede quitar dinamismo a la cara porque el resultado suele ser nefasto».
1 Comentarios:
muy buena informacion dr, el botox es una buena alternativa
7:48 a. m.
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