La fertilidad masculina
La fertilidad masculina encierra sus mitos y tabúes. La poca información y la gran cantidad de hombres que nunca visitaron a un urólogo, hace que esta situación encierre, en líneas generales, más dudas que certezas. Sin embargo, independientemente de la edad de la mujer, estudios médicos recientes han demostrado que la capacidad de procrear del hombre decae a partir de los 40 años, ya que los intentos de concepción tienen un 70 por ciento más de probabilidades de fracasar que cuando no supera los 30.
Si bien los riesgos de tener menor calidad y cantidad de espermatozoides aumentan drásticamente una vez que llegan a los 50 años, los especialistas advierten que ya a los 40 planificar tener un hijo puede ser más arriesgado, si no se realizan los estudios previos. Así lo demuestra un trabajo elaborado por investigadores franceses cuya importancia deriva en que por primera vez focalizaba la merma de la fertilidad masculina en los 40 años, del mismo modo que les sucede a las mujeres a partir de los 35. La investigación fue realizada por el equipo de la científica Elise de La Rochebrochard, integrante del Instituto Nacional de Salud de Francia (ISERM), y sus resultados los recogía la revista norteamericana "Fertility and Sterility", donde se destacaba que "el creciente número de parejas que retrasa el alumbramiento de sus hijos debe estar informada de que intentar la paternidad con más de 40 años conlleva un importante riesgo de fracaso en la concepción".
La investigación analizó los casos de casi 2.000 parejas sometidas a tratamientos de fertilidad y concluía que por primera vez se evidencia que los fracasos en la concepción de hijos está fuertemente ligado al envejecimiento masculino". Entre los factores que llevan a este problema se destacan la vergüenza –casi generalizada- de ir al andrólogo para detectar inconvenientes posibles y el retraso de la maternidad en las mujeres, que hace que los hombres sean padres cada vez más tarde.
Según los especialistas es necesario tener en cuenta dos cosas a partir de los 40: hay menor capacidad reproductiva, por un lado, y mayor riesgo de tener problemas en la descendencia genética. El primer estudio que debe hacerse un hombre para medir la calidad de los gametos masculinos es el espermograma, que es un análisis de laboratorio en el cual se evalúan distintos parámetros, como la cantidad, calidad y movilidad de los espermatozoides. En ese sentido, se destaca la utilización de la FISH (Fluorescence in situ Hybridization), que es una técnica que permite caracterizar parte del material genético de los espermatozoides. Así, se puede calcular el porcentaje de gametos cromosómicamente alterados (aneuploides). Este estudio se realiza con sondas que se unen a los cromosomas que se quieren estudiar y las mismas tienen diferentes colores para su mejor visualización.
Una de las situaciones que más observan tanto urólogos como andrólogos es la escasa consulta de varones adolescentes. Según las estimaciones médicas, por cada 20 mujeres, un joven visita un especialista y, en general, se da porque hay antecedentes en su familia de esterilidad.
La varicocele es la causa más común de infertilidad en los hombres, que tratada tempranamente tiene grandes probabilidades de no convertirse en una complicación a la hora de lograr un embarazo. Al respecto, las cifras son contundentes: en el 45 por ciento de consultas por fertilidad, los pacientes sufren varicocele.
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