Dr. Abeja
Durante los eones (cada uno de los tres periodos en que los geólogos dividen la historia de la Tierra) de coexistencia de los seres humanos y las abejas, los productos de éstas se han convertido en materia prima de remedios muy populares. El veneno de la abeja recibió una mención favorable del médico griego Hipócrates, así como de Carlomagno. La miel, declaran sus entusiastas defensores, es el paliativo ideal para determinadas dolencias que van desde la tos y el insomnio hasta la enuresis (imposibilidad patológica de controlar la micción).
En los últimos tiempos, la ciencia médica ha investigado sobre tratamientos relacionados con las abejas y sus productos. A pesar de que algunas de sus ventajas parecen ponerse en duda, otras dan la impresión de ser indiscutibles. La capacidad de la miel para curar la piel dañada, por ejemplo, fue constatada en una investigación realizada en Nigeria, que demostró que, aplicada localmente, ayudaba a curar las quemaduras, la gangrena y varios tipos de úlceras resistentes a tratamientos más modernos. Parece ser que la miel contiene un potente bactericida, junto a sustancias que mantienen las heridas secas y propician la aparición de la nueva piel. Asimismo, un estudio realizado en Gran Bretaña, relacionado con algunos donantes de injerto de piel, indicaba que la cera de las abejas aplicada sobre las heridas puede reducir el número de cicatrices.
Todavía no hay evidencias concluyentes que confirmen la eficacia de otras exóticas terapias relacionadas con la abeja, incluido el uso amplia y favorablemente extendido, de las picaduras de abeja para aliviar el dolor de artritis.
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