Porque más vale prevenir que curar, háztelo mirar.

sábado, marzo 03, 2012

Bruxismo

El bruxismo es el rechinar de dientes que hacemos cuando dormimos. Es más un síntoma que una enfermedad y refleja un estado importante de ansiedad. Una de sus causas es el estrés. Y si algo provoca la actual y prolongada crisis económica que vivimos es eso, estrés, por eso no resulta extraño que los casos de bruxismo estén aumentando entre la población en general.
Existen múltiples causas del bruxismo, y el modo en que las personas adultas asimilan y exteriorizan la tensión es una.
Los pacientes con bruxismo muestran unos síntomas muy concretos, como malestar al intentar cerrar la boca, dolores de cabeza, marcas de dientes en la lengua, daños en la parte interior de las mejillas, mal aliento y desgaste del esmalte. La mayoría de casos vienen acompañados de insomnio ya que el estrés sufrido durante el día condiciona las noches, con la aparición de pesadillas, así como el propio bruxismo.
Existen dos tipos de bruxismo: Céntrico, generalmente diurno por lo que produce un menor desgaste dentario aunque mayor afectación muscular. Excéntrico, que se produce durante la noche, cuando la persona aprieta los dientes a la vez que los mueve, produciendo un gran desgaste de la dentadura.
En los casos excéntricos se recomienda el uso de férulas de descarga, prótesis de plástico o resina que se ajustan perfectamente a las arcadas dentarias del paciente y evitan el desgaste de las piezas dentales impidiendo que estas choquen entre sí a la vez que disminuyen la sobrecarga muscular.
En general, el bruxismo se presenta de forma ocasional sin que tenga mayor repercusión, pero cuando es continuado termina siendo perjudicial para todo el sistema masticatorio: dientes, encías, músculos y articulación temporo mandibular.
En pacientes con piezas sometidas a una endodoncia, pueden aparecer fracturas múltiples por el exceso de presión, que en caso de que el paciente tenga coronas, puentes o carillas, implica casi siempre la extracción de las piezas dentales.
Algunos pacientes pueden incluso encontrarse con un bloqueo mandibular que les provoque la imposibilidad de abrir la boca, comer bien y hablar con normalidad. Esta situación, que en ocasiones puede llegar a ser dramática, debe ser tratada inmediatamente por profesionales cualificados.
Existen otros casos en los que el paciente refiere intensos dolores de oído similares a una otitis, sin tener ninguna infección en la zona auricular.
Los músculos de la mandíbula son los más potentes del organismo por lo que, cuando se contracturan, ocasionan grandísimos dolores. No hay que olvidar que un ser humano puede abrir y cerrar la boca más de seis mil veces por día, ya que la empleamos para comunicarnos, alimentarnos, bostezar y, en definitiva, expresar los estados de ánimo.
El tratamiento de estas situaciones debe ser siempre multidisciplinar, o sea, deben ser atendidas por odontólogos, fisioterapeutas, cirujanos maxilofaciales y, en ocasiones, contar con apoyo de especialistas en psiquiatría.
En definitiva, la crisis nos ha puesto en alerta sobre un problema médico serio aunque perfectamente diagnosticado.