El exceso (y la deficiencia) de suplementos vitamínicos
La práctica de tomar suplementos vitamínicos ha sido exportada principalmente de los Estados Unidos, donde este tipo de hábitos lleva cerca de dos décadas en auge, y aunque las recomendaciones médicas siempre han sido las de animar a tomar alimentos ricos en nutrientes y no pastillas (que en los casos necesarios: ¡sí funcionan!), la venta de este tipo de suplementos ha alcanzado porcentajes elevados porque las personas se los automedican para, por ejemplo, combatir el estrés, la ansiedad por el trabajo o el simple cansancio, ya que es mucha la gente que piensa que en vez de seguir una alimentación sana, puede simplemente recurrir a una farmacia y comprar un suplemento de este tipo y punto, una especie de efecto equilibrante y tranquilizador de conciencias por excesos nada recomendables. Y si bien las vitaminas esenciales para el organismo se encuentran disponibles libremente y sin costo adicional en la naturaleza y los alimentos que ésta nos proporciona, la tendencia a comprar suplementos sin prescripción radica en que se cree firmemente que el ritmo de vida no permite tener una alimentación balanceada. Y eso no es verdad.
Bien, llegados a este punto, aunque las vitaminas no aportan energía de manera directa, sí son fundamentales para el desarrollo normal, el crecimiento y el funcionamiento celular. El organismo necesita regularmente trece vitaminas: cuatro liposolubles -que se almacenan en el tejido graso del cuerpo-: A, D, E y K; y nueve hidrosolubles -que el cuerpo usa inmediatamente-: tiamina (vitamina B1), riboflavina (B2), piridoxina (B5), cobalamina (B12), niacina, biotina, ácido pantoténico, ácido fólico y ácido ascórbico (vitamina C).
En algunos períodos de la vida humana, como la adolescencia (pubertad), el embarazo y la vejez, los suplementos vitamínicos sí pueden llegar a ser necesarios, ya que una carencia pequeña pero sostenida de una sola vitamina puede provocar un desequilibrio y producir enfermedades.
Los casos en que se aconseja la ingesta de suplementos vitamínicos bajo prescripción médica serían: Dietas desequilibradas, como ocurre con pacientes que padecen algún tipo de alergia alimentaria o con los vegetarianos que no consumen ningún derivado animal. / Mujeres embarazadas y niños con deficiencia de vitaminas D y K. / Ancianos, por el tipo de alimentación que llevan y porque suelen asimilar con más dificultad las vitaminas. / Enfermedades que afectan al aparato digestivo o las intervenciones quirúrgicas del estómago, así como insuficiencias renales.
Comúnmente se piensa que las vitaminas, por sus beneficios, pueden ser consumidas en altas dosis. Pero al ingerir mayores cantidades de las que el cuerpo puede digerir y procesar, se van acumulando en el organismo, como ocurre con las de los grupos A, D, E y K. Y es que cuando una persona consume más vitaminas de las que requiere, su organismo no puede eliminar el excedente y lo acumula en diversas partes y causa una hipervitaminosis o intoxicación vitamínica. Las patologías causadas por abuso del consumo de suplementos vitamínicos van desde cefaleas y retraso del crecimiento hasta problemas gastrointestinales y disminución de la agudeza visual.
Para detectar si una persona está consumiendo las dosis de vitaminas que su cuerpo requiere, existen dos métodos: el científico o análisis de sangre remitido por un especialista, y el visual, identificando si existen síntomas como llanto fácil, anorexia, decaimiento o cambios de humor.
Las vitaminas y los minerales se relacionan de manera compleja por lo que es importante comer una dieta balanceada y no excederse en una vitamina o mineral en particular. Por ejemplo: La vitamina C ayuda a la absorción del hierro, pero mucho de este tipo de vitamina interfiere con la absorción del cobre, un mineral esencial para el cuerpo. También, el uso prolongado de suplementos de zinc, inhiben la absorción de cobre y hierro; o cantidades excesivas de vitamina B1 puede causar deficiencias de vitaminas B2 y B6.
Por todo lo explicado, tomaremos suplementos cuando realmente lo necesitemos y para saber si realmente lo necesitamos (o nos estamos excediendo) conviene saber sobre cada vitamina la siguiente sintomatología básica:
Vitamina A
Deficiencia: Crecimiento pobre en los niños, sistema inmunológico débil, piel reseca, ceguera nocturna.
Sobredosis: Dolor de articulaciones y huesos, defectos de nacimiento, caída del pelo, visión borrosa, piel agrietada.
Vitamina B1
Deficiencia: Depresión, náusea, calambres, ansiedad, palpitaciones irregulares.
Sobredosis: Deficiencia de otras vitaminas del grupo B.
Vitamina B2
Vitamina B2
Deficiencia: Llagas en la boca y la nariz, problemas para tragar y para ver.
Sobredosis: Interferencia con vitaminas B1 y B6.
Vitamina B3
Deficiencia: Diarrea, llagas en la boca. Su extrema deficiencia puede causar la enfermedad conocida como pelagra.
Sobredosis: Náusea, daño al hígado.
Vitamina B6
Vitamina B6
Deficiencia: Depresión, confusión, membranas de la boca inflamadas, convulsiones en bebés, piel escamosa.
Sobredosis: Pérdida de sensación en las piernas y dedos.
Vitamina B12
Deficiencia: No es muy común que haya una deficiencia en esta vitamina. Las personas más propensas serían los alcohólicos, vegetarianos muy estrictos, mujeres embarazadas o lactando, pero síntomas de deficiencia son: debilidad, lengua dolorida, cosquilleo en las extremidades.
Sobredosis: Esta vitamina no es considerada tóxica.
Vitamina C
Deficiencia: Encías que sangran, dientes flojos, hacerse moretones con facilidad.
Deficiencia: Encías que sangran, dientes flojos, hacerse moretones con facilidad.
Sobredosis: Generalmente los excesos de vitamina C son eliminados por el cuerpo en la orina por lo que una sobredosis no es nada habitual. Posibles señales serían diarrea, náusea y formación de piedras en los riñones.
Vitamina D
Deficiencia: Huesos suaves, osteoporosis, raquitismo en los niños.
Sobredosis: Presión alta, depósitos de calcio en el corazón, riñones y venas.
Vitamina E
Deficiencia: Muy extraña su falta pero: retención de líquidos.
Sobredosis: También muy raro que se produzca pero su síntoma sería: Función sexual reducida.
Vitamina K
Deficiencia: Sangrado, daño al hígado.
Sobredosis: Piel amarilla.
Biotina
Biotina
Deficiencia: Sarpullido en la piel, caída del cabello, vomitar, lengua inflamada, aunque la deficiencia de esta vitamina (B7) no es muy común.
Sobredosis: Deficiencia de vitaminas B1 y B6.
Ácido fólico
Deficiencia: Anemia, pérdida de peso. La deficiencia de ácido fólico es más común en los alcohólicos, las mujeres embarazadas y la gente pobre. Durante el embarazo es muy importante asegurarse de ingerir la cantidad adecuada de ácido fólico para prevenir defectos de la espina dorsal y el cerebro en el bebé.
Sobredosis: Daña la absorción del zinc.
Ácido pantoténico
Deficiencia: No se conocen bien los síntomas.
Sobredosis: Retención de agua, diarrea, aumento de la necesidad de vitamina B1.
0 Comentarios:
Publicar un comentario
<< Inicio