Porque más vale prevenir que curar, háztelo mirar.

martes, febrero 26, 2008

Fármacos antidepresivos

Según un estudio publicado en 'PLoS-Medicine' elaborado por la Universidad de Hull (Gran Bretaña), fármacos antidepresivos de última generación, como el Prozac y el Seroxat no tienen mucho más efecto que los placebos sobre la mayor parte de las personas que padecen depresión. "La diferencia en la mejoría entre los pacientes que toman placebos y aquéllos que consumen antidepresivos no es demasiado importante. Esto significa que las personas que sufren de depresión pueden mejorar sin tratamiento químico", ha explicado el profesor Irving Kirsch, del departamento de psicología de la citada universidad y que forma parte del grupo de expertos que ha analizado los datos publicados y no publicados (pero puestos a disposición de los organismos de certificación británica y estadounidense) respecto a 47 ensayos clínicos de inhibidores selectivos de recaptación de la serotonina (ISRS). Estas sustancias evitan que la serotonina (un neurotrasmisor que inhibe reacciones como el enfado, el humor, el apetito sexual y otras) que segrega el organismo, sea reabsorbido por las neuronas, con lo que aumenta su nivel.
El estudio se centra en los ISRS más vendidos: fluoxetina (Prozac, en su nombre comercial), venlafaxina (Efexor) y la paroxetina (Seroxat). La investigación sugiere que estos fármacos no tienen más efecto que los placebos en personas que sufren una depresión leve y para la mayor parte de las que sufren una depresión profunda. Por lo que respecta a las depresiones muy profundas, la diferencia está más vinculada a una menor reacción de los pacientes a los placebos que a una reacción positiva a los antidepresivos, según este estudio. "Dados estos resultados, parece que hay poca justificación para la prescripción de tratamientos antidepresivos salvo si los tratamientos alternativos no han tenido resultados", señala Kirsch.



miércoles, febrero 20, 2008

Una buena siesta, mejora nuestra memoria

Un estudio reciente así lo revela: dormir al menos 45 minutos ayudaría al cerebro a procesar información destinada a la memoria. Así, según el doctor Matthew Tucker, "una siesta mejora el rendimiento de varias tareas, en especial en las personas que aprendieron algo muy bien antes de dormir". "En cambio, una siesta no tiene el mismo efecto reforzador en las personas que aprendieron algo sin mucho interés antes de dormir", agrega el propio Tucker, de Beth Israel Deaconess Medical Center, en Boston, Massachusetts.
Su equipo estudió cómo una siesta de 45 minutos influía en la memorización de información fáctica y espacial. El estudio se realizó sobre 11 varones y 22 mujeres, todos estudiantes universitarios. Los estudiantes, que no habían consumido cafeína, alcohol ni medicamentos, tenían alrededor de 23 años cuando concurrieron al laboratorio del sueño en la University of New York, para el estudio.
Según el artículo publicado en la revista 'Sleep', los participantes hicieron tres tareas de memorización: en una debían relacionar 60 pares de palabras, como árbol-nariz; en otro tenían que desplazarse por un laberinto en la pantalla de una computadora y en el último, debían copiar una figura compleja en 5 minutos. Después, los investigadores colocaron a los estudiantes al azar en distintas cámaras de sueño individuales, donde 16 debían dormir y 17 debían descansar, pero sin dormir. A los 10 minutos, el grupo que no tenía que dormir pasó a otra habitación para mirar televisión, mientras el resto dormía una siesta de 45 minutos. A las dos horas, y una vez que todos los participantes habían visto la misma película, el equipo les pidió que recordaran los pares de palabras y, además, les midió la velocidad y la precisión en el laberinto y la capacidad de volver a dibujar de memoria la figura compleja. Entre los estudiantes con un alto rendimiento en las pruebas iniciales, los que habían dormido obtuvieron mejores resultados al volver a realizar las tres pruebas que los que habían permanecido despiertos. En cambio, escriben los autores, la siesta no mejoró la memoria en aquellos con un rendimiento inicialmente bajo.
Los resultados, señala Tucker, "sugieren claramente que dormir, incluso una siesta corta" ayuda al cerebro a procesar selectivamente la información bien aprendida. El próximo paso lógico, añade el autor, sería analizar los factores que mejoran el aprendizaje y cómo esos factores están asociados con el aumento de la memoria durante el sueño.