Porque más vale prevenir que curar, háztelo mirar.

martes, septiembre 23, 2008

Los piercing en la boca causa de importantes perjuicios para la salud bucodental

Según una investigación llevada a cabo en la Clínica Odontológica de la Universidad Rey Juan Carlos de España, la moda de los piercings orales está causando numerosas complicaciones y lesiones bucodentales en la mayoría de sus usuarios. Así, el 72 por ciento de los pacientes con este tipo de piercing ha sufrido alguna complicación posterior a su colocación, siendo la más frecuente la inflamación con un 35%; el dolor (18%); dificultad de hablar y masticar (15%); alteración del gusto (5%); sangrado (4%); aumento de la salivación, infección y parestesias (2%) y alergia (1%).
Además de los daños tras la colocación del piercing, se producen también lesiones periodontales y en los tejidos duros y blandos, tanto en la colocación extraoral como intraoral e independientemente del tipo de piercing, material o tiempo de permanencia.
Las fisuras son los daños en los tejidos duros más frecuentes (96,5%), seguidas de las abrasiones (10,3%) y finalmente de las pigmentaciones (3,5%). Con respecto a los tejidos blandos, el 85% de los sujetos presenta alguno, siendo el más frecuente la impronta (72%); la depapilación (15%); queloides o crecimientos exagerados del tejido cicatricial (7%) y la úlcera (6%).
Pero si alguna lesión preocupa a los odontólogos es la periodontal, ya que se producen en casi la mitad de los portadores de piercings (48,1%). Se trata de lesiones en la zona de apoyo del diente sobre la encía. Debido a la inflamación crónica se produce una pérdida del hueso, de manera que el diente pierde parte de su soporte. A largo plazo, esta pérdida de inserción puede aumentar el riesgo de infecciones y llegar a causar la caída del diente. Esta lesión aumenta, según precisa el estudio, en los sujetos que llevan el piercing de metal y colocación extraoral.
Recomendaciones
No todo el mundo puede hacerse un piercing en la lengua o el labio. (Lo ideal es no hacérselo nadie.) Ambos ocasionan problemas gingivales y dentales, de modo que no resultan recomendables en personas con un esmalte débil, con implantes dentales, etcétera. Asociaciones odontológicas de todo el mundo están en contra de estas perforaciones. El piercing dentro de la boca es como una bola de demolición. Los anillados orales exigen además cuidados posteriores rigurosos, como el empleo de un enjuague bucal y no tomar alcohol.
Ninguna perforación es recomendable en personas con algún problema inmune previo, anomalías congénitas cardiacas (algunos pendientes podrían desencadenar una infección en la pared del corazón), ni en individuos propensos a cicatrices queloides (abultadas) o con alergias.
De hecho, los dermatólogos advierten que estas joyas pueden causar sensibilización al níquel (muchos pendientes contienen pequeñas cantidades de este material, aunque su principal componente sea otro). El número de piercings que porta un individuo estaría en relación directa con el riesgo de desarrollar una alergia al mencionado metal, lo que explica la elevada prevalencia de sensibilización al níquel en mujeres, puesto que los pendientes en los lóbulos de las orejas son la forma de piercing más común.
Antes de colocarse un piercing -si aún estamos interesados en ello- (o de tatuarse) se deben considerar sus posibles inconvenientes e implicaciones futuras. Una vez tomada la decisión hay que escoger un estudio con el equipamiento adecuado y un personal idóneo que asegure los métodos de asepsia durante las prácticas, recordando que los cuidados posteriores son imprescindibles para evitar complicaciones y lograr el efecto deseado.
Pero haber valorado los riesgos mencionados y haber escogido un taller que cumpla con la norma no es suficiente. Hay que estar mentalizado de que los anillados necesitan un cuidado higiénico constante ya que la cultura del tatuaje y del piercing es nula. "Dices al cliente que no se toque el pendiente y a la salida ya lo está manipulando", es algo muy frecuente escucharlo.
Los materiales que atraviesen la piel han de ser estériles y desechables. Conviene fijarse en que el anillador abre los envases de las agujas delante de uno y después los deposita en un contenedor. Los guantes también han de ser de un solo uso. Únicamente podrán utilizarse pendientes de oro, titanio y acero quirúrgico. Los anilladores han de estar vacunados contra el tétanos y la hepatitis; etcétera. Si se realiza con un equipo contaminado, el piercing puede llegar a provocar hepatitis, infección por pseudomonas, virus herpes simplex, virus Epstein Barr, candidiasis o sida.
Los piercings deben limpiarse bien durante el periodo de curación y con las manos lavadas con jabón neutro antes de tocarlo. Hay dos tipos de piercing orales: internos (lengua) y externos. En ambos casos deben evitarse como ya se ha dicho el alcohol, las comidas picantes, el sexo oral, los besos prolongados y hablar deprisa. Durante mes y medio los piercing deben limpiarse después de cada comida, de fumar y de beber, con un enjuague bucal antibacteriano o agua con sal. Los piercing externos se deben limpiar de 2 a 3 veces diarias durante dos meses. Con los piercings internos recuerda que deberemos tener en cuenta que pueden traer alteraciones como heridas en las encías, traumatismos dentarios, aumento de la salivación, inflamación de la lengua, molestias al hablar, etc.
Con respecto a otro tipo de piercings
(y los cuidados a mantener)
En los piercings genitales los limpiaremos 2 ó 3 veces cada día durante 4 a 6 semanas. Hay que ser muy cuidadosos con el enjuague ya que puede provocar infecciones. Los piercings deben limpiarse antes de tener relaciones sexuales, aunque se recomienda no mantenerlas hasta que termine la curación, y en caso de tenerlas usar preservativos. Se debe evitar todo contacto oral y recordar que los espermicidas y lubricantes pueden causar irritaciones.
En cuanto a los piercings faciales (oreja, nariz, ceja...), hay que lavarlos 2 ó 3 veces diariamente y humedecer cualquier costra que se haya formado con agua caliente y un agente limpiador. No debes utilizar maquillajes o cremas durante la cicatrización. El tiempo de curación es: cartílago de la oreja (de 2 a 3 meses), lóbulo (entre 4 y 6 semanas), ceja (de 6 a 8 semanas), fosas nasales (de 6 a 8 semanas), entrecejo (de 6 a 12 semanas).
Finalmente, con respecto a los piercings corporales (pezón, ombligo...), limpiarlos 2 ó 3 veces al día durante 2 meses. Enjabonarse las manos con jabón neutro y lavar cuidadosamente el piercing y sus alrededores. Humedecer cualquier costra que se pueda haber formado. Rotar suavemente el aro para que entre el jabón y al enjuagar repetir la operación para que salga. Aplicar el líquido recomendado por el perforador pero no durante más de 2 semanas. Es recomendable enjuagar con agua tibia con sal para calmar las molestias durante el proceso de curación.



viernes, septiembre 05, 2008

El síndrome "hikikomori" se extiende por el mundo

El aislamiento puede provocar severos cuadros depresivos en los jóvenes. La exigencia excesiva en los ámbitos académicos y cierta imagen exitista, que sobrevalora algunas características físicas como patrones únicos de belleza, pueden generar fuertes retracciones entre los adolescentes que se aíslan del mundo exterior.
Este fenómeno, que en Japón se conoce como "hikikomori" -inhibición, reclusión o aislamiento, en japonés-, cada vez es más frecuente entre los jóvenes del mundo, que se recluyen en sus habitaciones y pierden contacto con el exterior durante meses. La tendencia no sólo es a encerrarse sobre sí mismos. No se trata de chicos introvertidos, sino de adolescentes que se aíslan, rehúsan ir al colegio o eso es todo lo que hacen porque no salen, no tienen amigos.
El "hikikomori" es muy estudiado por los psicólogos japoneses que han detectado decenas de miles de casos entre adolescentes que son -o fueron-, estudiantes brillantes que no pudieron sobrellevar la exigencia impuesta desde la sociedad y desde sus familias.
El síntoma típico es el retiro silencioso de jóvenes que solían ser alegres, inteligentes y sociables a sus habitaciones, donde pueden permanecer meses, incluso años y que, en extremo, puede acabar con el suicidio. En todos los casos, se trata de adolescentes de clases medias altas con acceso a la tecnología que se recluyen para ver televisión, navegar por la Red Internet y dormir, y que tienen cierto fanatismo por los juegos de rol, en los que canalizan la angustia que les producen sus propias inhibiciones. Son chicos que sienten que no alcanzan la expectativas del medio social y familiar en el que viven, piensan que están "fallados" internamente, sufren un vacío interior que no pueden llenar.
Si bien los síntomas de este fenómeno se asemejan a los que se manifiestan en un caso de "fobia social", el cuadro es más complejo y está vinculado a la sexualidad. La sexualidad durante la adolescencia es una verdadera eclosión, y no todos los jóvenes tienen los recursos internos que necesitan para acercarse al sexo opuesto. A modo de ejemplo, un paciente dejó de ir al colegio a los 15 años y se encerró en su habitación durante meses porque "no alcanzaba el siguiente nivel", como pasa con los juegos de rol de Internet. ¿Por qué sentía que no alcanzaba el siguiente nivel? Porque no se sentía capaz de estar con una chica.
Además de la introversión, sentir que uno tiene pocos recursos internos, genera mucho rencor que suele canalizarse en los juegos de rol donde "pasar al siguiente nivel" está asociado a situaciones violentas, como matar contrincantes.
El hikikomori es un cuadro con varios ingredientes: no saber manejar la propia sexualidad, no saber cómo desenvolverse en el mundo, miedo a la violencia social, fuerte influencia de los medios de comunicación y excesiva conexión a la red. Este tipo de cuadros son tratables con terapia y revelan conflictos familiares que no fueron registrados hasta la adolescencia, cuando se vuelven críticos.
Un corresponsal en Japón de BBC News relataba su experiencia con uno de estos jóvenes: "lo conocí solamente como el muchacho de la cocina. Su madre, Yoshiko, no me dijo su nombre temerosa de que los vecinos descubrieran su secreto. Su hijo tiene 17 años. Tres años atrás estaba triste con la escuela y empezó a no querer ir. Un día entró en la cocina, cerró la puerta y se negó a volver a salir. También impide el acceso de nadie. La familia debió construir una nueva cocina. El baño está pegado a la cocina, pero él solo se baña una vez cada seis meses".
Para un adolescente es normal que no haya lugar más seguro que sus cuatro paredes, es como esconderte debajo de la manta o poner la cabeza bajo tierra como las avestruces, buscar el lugar donde nadie puede atacarte, nadie puede suspenderte ni dejarte, nada puede salir mal si nada arriesgas y en una situación de gran tensión social y emocional lo mas fácil es encerrarse y dejar pasar el tiempo.
Dentro del trastorno hay diferentes perfiles: algunos salen por la noche pero rehuyen la compañía y la conversación, otros al sentir presión por sus padres para hablar o salir del cuarto se ponen violentos o amenazan con el suicidio, otros hablan un poco con la familia. El 41 por ciento de los afectados están entre uno y cinco años en sus habitaciones. Existen casos de comorbilidad con otros trastornos como depresión, ansiedad, agorafobia pero también hay casos en que no se da.
Recomendable leer el libro: 'Hijos difíciles-Padres desorientados. Padres difíciles-Hijos desorientados', de la psicóloga Eva Rotenberg.